«Ángel de la Guarda, dulce compañía,
no me desampares ni de noche ni de día…»
Llegó el día de mi intervención quirúrgica, y claro, estuve acompañado por mis padres. Los nervios habían aumentado en los últimos días, y aunque la oración me fortaleció, fue inevitable sentir ansiedad por lo que había que vivir. Pero nada se compara con el hecho de estar acompañado por quienes Dios designó para ello.
Con ellos a mi lado pude renovar mi fe, mi esperanza y mi amor. Desde días antes nos acompañamos en oración fortaleciendo la confianza en Dios. Sabía que con ello, las cosas positivas se presentarían, como siempre lo he visto, como lo ratifiqué, y por lo cual estoy muy agradecido.
Durante este proceso de vida me di cuenta de lo inmenso que puede ser el amor como un ingrediente de vida, como una forma de vida; mis Ángeles de la Guarda me enseñaron el camino y me acompañaron en el recorrido, como siempre lo han hecho aunque no hemos estado cerca. ¿Emociones? Todas, y no caben en todas mis letras.
Sé que los Ángeles de la Guarda sólo ofrecen compañía y que no pueden actuar en contra de la voluntad humana, por eso, más agradecido estoy con Dios de que me haya provisto de tal calidad de personas. Sé que mis hermanos opinarán lo mismo, aunque cuando platicamos de ellos sólo les digamos mamá y papá.
Ángel es un custodio, es un puente entre el custodiado y Dios, y se convierte en la voz de la conciencia, en ese pequeño Cri-Cri que todos escuchamos pero que a veces hacemos «oídos sordos», porque esperamos señales más evidentes, intensas, llamativas, tridimensionales y multimedia para saber que es un mensaje para nosotros. ¡Vaya error!
Referirnos a Ángeles no se trata únicamente de seres que en su esplendor divino se han pintado con alas blancas, poca ropa y mucha imaginación… No, los Ángeles son representación de nuestros hechos, de nuestros anhelos y nuestras expectativas; implican un tipo de coaching que todos los actuales entrenadores deberían poner en práctica.
Por eso, si quieres ver a tus Ángeles de la Guarda, debes voltear a ver a quienes están a tu lado, quienes no tienen alas pero vuelan en tu auxilio. Y como señala Paulo Coelho en Brida «la fe mantiene al Ángel de la Guarda despierto, velando…». Te invito a creer y con ello descubrirás las maravillas humanas que te rodean y acompañan. Inténtalo.
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