El Día de Muertos es una conmemoración mexicana de varios días, la cual a lo largo de mi vida he aprendido a asumir, a celebrar y a disfrutar, esto último en un sentido enfocado a recrear, pero no limitado a contemplar.
En mi familia, esta conmemoración tomó sentido cuando falleció mi hermano Felipe, y se volvió propia cuando falleció mi madre Hortensia. Ahora está en nuestra agenda familiar y no como una pena programada para sufrirla, sino como un momento para recordar, aunque claro, tiene una gran carga emocional.
Los difuntos de la familia, que con su alma fortalecen nuestros espíritus, en sus imágenes y pertenencias más simbólicas, llenaban nuestro altar de muertos anual, y ahora tienen un lugar especial en el espacio permanente que honra su memoria, y por medio del que les compartimos nuestro amor desde este plano.
Esta tradición la aprendí como se aprenden muchas, con el ejemplo. La experiencia me la brindaron mis amistades en el Istmo Oaxaqueño. El simbolismo lo conocía, pero no había vivido a plenitud el orgullo y la veneración que se tienen a las almas mediante una celebración ancestral que tradicionalmente ha ido manifestándose con nuestro sentir contemporáneo.
Por eso, en estas fechas, el Altar de Muertos de la Familia Flores Hernández reafirmó su enfoque y presencia, tanto por la ubicación, por el tamaño, por el contenido y por lo atrevido que decidí ser al reflexionar sobre «Cosas de las que te arrepentirás cuando envejezcas (si no mueres antes) por no haberlas hecho».
Así que en mi representación de Catrín, no la idea original de José Guadalupe Posada de aparentar dinero y estilo europeo sino la representación humorística de Diego Rivera, decidí canalizar mi espíritu adolorido y esperanzado hacia una tradición de la familia: vivir #CelebrandolaVida llegar sin arrepentimientos al momento de la muerte.
Precisamente el día 28 de octubre dan inicio estas celebraciones del Día de Muertos prendiendo una vela y dedicando una flor blanca a las Ánimas Solas. En este respecto hay quienes tienen la creencia de que el día de hoy se dedica a las ánimas del purgatorio o a quienes murieron trágicamente o de «desgracia».
El día 29 de octubre, hay que poner en la ofrenda un vaso con agua (de preferencia agua bendita) y prender otra vela (la segunda del Altar de Muertos) dedicada a los difuntos olvidados y desamparados, esas almas a las que nadie recuerda, las que están en el purgatorio y especialmente a las que nadie les reza.
El día 30 de octubre se continua montando el Altar de Muertos, y es momento de colocar en la ofrenda otra veladora (la tercera) y otro vaso con agua o agua bendita (el segundo), y poner pan blanco, también se acostumbra el llamado pan de muerto, lo importante es que la luz les ilumine el sendero a nuestro mundo y vengan a beber y comer quienes perdieron la vida sin ingerir alimentos y quienes la perdieron en un accidente. Hay tradiciones que en este día colocan chocolate con pan o si se trata de algún familiar o persona muy querida, se le coloca específicamente la pieza de pan que le gustaba acompañada de su bebida favorita.
El día de 31 de octubre, hay que colocar en nuestro Altar de Muertos la cuarta veladora, el tercer vaso con agua bendita, más pan de muerto y la fruta. Nuestra ofrenda de este día está dedicada a nuestros ancestros fallecidos, bisabuelos y tatarabuelos. En algunas familias en este día incluyen incluso a sus abuelos. Pero independientemente de la costumbre, lo importante es encontrar la forma de orar y compartir. Cuando coloques una ofrenda dedica una oración, aunque sea breve y sencilla a tus difuntos, y cuando te visiten familiares o amistades, invítales a ser parte de la ofrenda.
El día 1° de noviembre es uno de los días grandes en las Celebración del Día de Muertos, porque se realiza la velación esperando el día 2, así que es el momento de colocar en nuestro Altar, toda la comida, especialmente la favorita de nuestros familiares difuntos. Además de la ofrenda, la oración, y la música que debe acompañar el velorio de esta noche, es momento de unir los corazones con todas las personas en muerte y en vida, porque esta celebración cristiana con cierto grado de ecumenismo porque se celebra en varias religiones, invita a humanizar a los Santos (se conmemora Día de Todos los Santos, también con la creencia de dedicado a quienes murieron en la niñez), las figuras elevadas que por su ejemplo de vida veneramos en muerte, con la esperanza de que nuestros difuntos alcancen ese nivel y que nuestra humanidad siga ese camino. Quizás no es una intención consiente, pero sí es un deseo vehemente.
El día grande de las Celebraciones de Día de Muertos es el 2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos, el día esperado tras la velación de anoche porque se espera a todas las almas de los muertos adultos que vienen a recoger la ofrenda. Es evidente que no se la comen, por eso quienes les esperamos lo hacemos y la compartimos con quienes nos acompañan o visitan físicamente. La creencia es que las almas de los difuntos se guían por las velas, siguen el camino de flores de cempasúchil, vienen y aspiran el aroma de las comidas, bebidas y todos los alimentos que se les ofrecen.
Es doloroso recordar a nuestros difuntos, pero lo es menos con fe y con el ánimo de celebrar la vida que nos brindaron, el tiempo que les disfrutamos y los momentos que les agracemos y que aún nos brindan fuerza para seguir en vida, esperando el momento de la muerte sin realmente desearlo, porque vivir la vida a plenitud es la mejor manera de recibir la muerte sin buscarla.
Pero, independientemente de la creencia personal, lo importante es atender la esencia de la tradición, compartirla, comentarla y asumirla de forma colectiva para que permanezca y siga trascendiendo, tanto como ya se hizo, pues en el 2008 la UNESCO declaró esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de México.
Hay muchas razones, y como en el luto, cada quien tendrá las propias y así experimentará estos momentos, visitando tumbas, ofreciendo misas, rezando Rosarios, o leyendo La Biblia u otros libros, e incluso comiendo y bebiendo una gran variedad de platillos y bebidas, unas más espirituosas que otras.
Yo te invito a visitar Galería familiar Hortensia, un espacio mexicano de arte y cultura, y te exhorto a vivir estas celebraciones con una gran disposición emocional, para que realices un viaje espiritual, que disfrutes y que espero nos compartas.
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Foto: Xóchilt Calderon
Maquillaje: Clarissa Chavez Make Up
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